Sucre restaurante y Bodegas Luis Cañas ofrecieron una cata perfecta, con asistencia de 120 personas que tomaron sorbos y bocados exquisitos de cosechas de siempre, jóvenes y frutales vinos y nuevos platos de temporada, maridados de forma rica y al punto de una cocina que no deja de sorprender. Las lágrimas no solo fueron de vino, sino de algunos que llegaron tarde a la reserva. 

El centro de restauración y cultura Sucre, de Petrer, ofreció una nueva  actividad, puramente gastronómica y social, que provocó que la última noche de enero resultase “tan sugerente como intensa, cargada de sabrosos momentos y encuentros de amigos”.

Estos fueron algunos de los comentarios realizados al equipo directivo de Sucre, con su director, Santiago Payá, al frente. Éste dio la “más cordial y agradecida bienvenida” a las 120 personas que llenaron otra vez el espectacular y acristalado salón del centro. 

Posteriormente tomó la palabra el profesional vitivinícola David Herrero, delegado de las prestigiosas Bodegas Luis Cañas, con cuidada proyección de instalaciones, cepas, viñas, suelos y profesionales de la empresa, la primera en su día en crear una residencia para los temporeros. “La calidad en Luis Cañas empieza por la que se ofrece a los trabajadores”, apuntó el profesional. (En la imagen, Herrero y Payá, «Caña de Sucre»…) 

Por orden, fueron probados caldos considerados como los mejores del mundo 2012 relación calidad-precio según la publicación Wine Advocate, como es el caso del Luis Cañas Crianza Red Wine, vino nacido en Villabuena de Álava; después vino el Ribera del Duero, Lu&be; siguió el mimado Rioja Alavesa, Ángeles de Amaren; culminando la noche con el también Ribera del Duero, Cair.

Con el primero, un fino jamón, cortado en directo y con gran imagen por profesionales de Sucre, además de un queso con la intensidad justa para guardar la consonancia con el vino, de claros toques y aromas de madera junto a una adivinada selección del grano.

El Lu&be sorprendió por ser muy frutal, “para tomar con sorbos directos al paladar”, tan “goloso” como joven, ya que tiene solo seis meses en el mercado. Fue servido con un revuelto de bacalao, ajos tiernos y pimiento, justo al punto de sal, a pesar de la potencia de los ingredientes y de debate de los presentes. Mezcla perfecta por tanto con el goloso vino. Un plato que sugiere comerlo con unas finas tostas de pan y que lleva a los sentidos a imaginarlo también frío, con el huevo reposado y pensando en las próximas estaciones.

Llegó el Amaren, un vino al que las Bodegas tienen mucho amor, con nombre completo Ángeles de Amaren, en honor a la matriarca de los Luis Cañas. Un riquísimo vino, con sorprendentes aromas lácteos al “sorbo de la nariz”, sabroso y suave, marcando de nuevo el contraste con el buenísimo crep de berenjena, cargado de intensidad, tanta que hubo quién creyó paladear en el relleno del perfecto gratín del crep algo más que la ya de por sí intensa berenjena. Nada más lejos de la naturalidad empleada en la cocina de Sucre en el tratamiento a las verduras.

Así que la noche continuó sugestiva con Cair, otro joven vino y, sin embargo, ya premiado y elegante, atrevido en nariz por su mezcla de recuerdos frutales y lácteos, y exquisito y equilibrado en boca. Para el maridaje con el plato, otro atrevimiento: una brocheta de atún y solomillo de cerdo. Del mar y de la tierra, con S de sencillo, de suculento, con la misma textura en una y otra carne.

Plancha perfecta a la noche, decorada con una rica tarta de coco, animada con naranja natural, para los últimos sorbos de la gran cata de Sucre y Luis Cañas, con la participación del cada vez más reconocido mercado particular de Petrer y comarca, Bonmercat, y de la prestigiosa enoteca de Exclusivas Uriarte, de Elda. 

Hasta la lágrima del vino fue perfecta en la copa, una vez movido su contenido, formando una pequeña película en el vidrio, como demostración de la compensación justa de los caldos.

“Lágrimas” las que mostraron también algunos de los amigos de Sucre que no reservaron a tiempo y ya no pudieron asistir por falta de espacio. Ejemplo de ello es uno de los mensajes recibidos por el equipo del restaurante: “Vaya… en Sucre están agotadas las reservas para la degustación de Luis Cañas, con su jamoncito laminado al momento, con el imprescindible queso y con la agradable compañía (…) me cachisssss.”.

«No hay problema. Sucre sigue elaborando, trabajando y convocando con su gran grupo humano. Nos vemos pronto”.

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