María del Pilar Vañó Bacete ha estado recientemente de tertulia en Sucre Gastronomía y Cultura, donde continúa siendo una grata sorpresa el horno de brasas para tomar un inigualable chuletón de ternera asturiana o un acertado salmón con trigueros entre otras opciones de una extensa partitura donde hay muchos y buenos acordes.   

A Pilar la conocimos hace ya 16 años, cuando fue nombrada por la Unión de Festejos que presidía entonces Francisco López Pérez como la primera mujer en dirigir el pasodoble Petrel en la emocionante Entrada de Bandas de Moros y Cristianos de Petrer.

Entonces estaba dirigiendo el Teatro de la Zarzuela de Madrid. Ahora es profesora en el Conservatorio Ana María Sánchez de Elda, después de trabajar en los mejores teatros y auditorios de España y 11 años en el Conservatorio Superior de Valencia. No deja otras gestiones, como la dirección de la Camerata Académica de Valencia. Obtuvo un cum laude con su tesis doctoral, “una dura y aislada etapa” (no la única, como deja claro en la charla con el semanario El Carrer).

Nacida en tierra de músicos, Bocairente, se considera de la ciudad eldense, a donde vino a vivir siendo niña. Pero también es de Petrer, en cuyas fiestas participa como componente de Tercio de Flandes, localidad de la que es su marido, la persona más comprensiva que ella conoce, puesto que ha tenido que ver pasar los años contemplando a la directora de orquesta viajar por todo el mundo y en períodos muy largos: estuvo muchos meses viviendo en Montevideo, muy lejos de su pequeña hija; “lo que he llorado… ¡por favor!… cuando la escuchaba al teléfono… por eso ahora soy muy feliz”.

Quizás también por eso, aunque la niña Pilar ya está estudiando piano y violín, haya dicho a sus padres que ella, en realidad, quiere ser traumatóloga.

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