Pablo Muñoz, arquitecto de oro por el mundo
Tiene 33 años, aunque no debe esforzarse en convencer a nadie si dice que cuenta con unos menos. Desde pequeño, precisamente, tenía claro que quería ser arquitecto. Y así de joven, el petrerense Pablo Muñoz Payá ya ha recibido la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.
Pero hay un lado “negativo” (se llama envidia): mientras mantenemos entrevista junto a El Carrer, nos enseña fotos de algunas de sus obras, en zonas de “campo” de Petrer y Elda, o en plenos núcleos urbanos, en la calle Gabriel Payá. Qué maravilla, qué adaptación de espacios, luz natural que se infiltra ¿por dónde? Sin paredes, columnas o barreras.
Volvió a Petrer después de Alicante, Valencia, Rotterdam, Melbourne, Cabo Verde, Taipei (Taiwan)…
La enfermedad de su padre, fallecido en 2013, le hizo regresar. Demasiado padre. Pero habla de él sin perder la sonrisa en ningún momento, comiendo muy lento en Sucre -esta vez un desayuno bien construido- mientras en este centro de gastronomía, cultura y “apoyo a los emprendedores, a todos, a los nuestros”, como indica su director, Santiago Payá, trabajan sobre planos para los platos a servir a medio día y de noche.
“Hoy nos pondrás de entrada ese crujiente de foie, cebolla caramelizada y queso fresco plancheado que probamos el otro día”, dice un cliente que viene a reservar mesa y se queda mirando a Pablo mientras le hacemos fotos.
Sabe quién es, es posible incluso que conozca que el Colegio de Arquitectos de Alicante ha elegido tres de sus obras entre las mejores de la provincia.
Núcleo del que sale cuando puede, haciendo carrera de montaña o marchando a Suiza, “país con el que me quedaría” y que ha recorrido ya tres veces, eso sí, en coche: los pies en el suelo, “desde la cimentación hasta las perchas de los baños”, como las recetas de Sucre.