Didier Fertilati ha estado dos días enteros en Sucre Restaurante. El famoso director de Sala durante más de una década de Quique Dacosta y casi tres decenios jefe de los restaurantes más prestigiosos de Europa, ha estado, sí, aquí, en Petrer.   

Es uno más de los “líos” que organiza la dirección de Sucre. Han sido jornadas de formación de sus profesionales, de exigencia: “los buenos buscan soluciones, los mediocres, culpables”. Dicho por Didier.

Pero ejecuta su versión oral con una mirada bella, a la vez que con una tremenda envergadura profesional. Curioso: es pequeño, elegante pequeño genio.

El francés Didier (habla el castellano con esa atracción llena de esencias galas) no va a cualquier lugar, a pesar de que a los 15 años ya se había ido de casa para formarse y a los 21 era el director de Sala más buscado en el mercado, mirándole la Estrella Michelín con solo 26. Ha trabajado en los lugares de más prestigio de Francia, Inglaterra y España (Alicante).

Críticos de la comunicación de gastronomía dicen que Didier tiene virtud de psicólogo, sabiduría de filósofo y tablas de actor.

Mari Carmen Payá, codirectora de Sucre Restaurante de Petrer, replica: “sí, todo es cierto, incluso hasta que su acento francés lo envuelve todo, pero es exigente, y nuestros clientes favorecen esa exigencia”.

En efecto. Didier asegura que llora “por emoción, pero no por dolor”. Y su expresión inmensa no solo es natural y sincera, sino que tiene más sentidos: “Cuando alguien llama al teléfono, debes hacerlo… la sonrisa, se escucha”.                    

Sucre, el lugar que hace exquisita la relación entre cliente, personal y producto.

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