(Magnífico ambiente en el nuevo Salón Sucre)

Parecía otra cita más con los mejores vinos, como empieza a ser habitual en Sucre desde hace más de medio año. Pero más que una cita, fue una lección. De cómo saborear, oler y reír, de cómo aprender a tomar cinco distintos vinos de Hacienda del Carche, de apreciar la cocina sencilla, con S de Sucre, pero con X de exquisita. De cómo olvidarse por tres horas de todo aquello del cada día que nos resulte insípido.    

Sucre Restaurante Café y Cultura, como así se le conoce ya en foros sociales, sobre todo físicos y, por lo tanto, al gusto y al punto,  retomó sus exitosas cenas maridadas. No fue un tópico. Llegaron las Bodegas Hacienda del Carche para ofrecer sus laureados vinos blancos y tintos, con una mención para sus conocidos rosados. Y Sucre ofreció una vez más platos especialmente preparados para maridar con caldos de la firma vitivinícola citada.

Hacienda del Carche estrenó, como bodega protagonista del maridaje de la cena, el nuevo y espectacular Salón Sucre. 97 personas lo completaron, después del reconocimiento al esfuerzo del equipo humano del restaurante ofrecido en tertulia por muchos de los presentes, entre ellos, Juan Vicente García, gerente de las prestigiosas bodegas ubicadas en la sierra murciana de Jumilla.   

Otro de los que se sumó a ese obsequio sincero de sentidos fue el químico, enólogo y sumiller de la firma, Eloy Sánchez Constán. Aquí es donde todo comenzó, y continuó, porque si difícil es mantener la atención de casi un centenar de personas, con ganas de tomar y hablar con el de al lado, más lo es cuando los sorbos han sido varios. Y Eloy logró aunar atención, participación y buen gusto, sobre todo por la perfecta presentación –en mesa y en boca- de los platos de Sucre. Una vez más, deliciosa complicidad de su servicio y de sus platos con el maridado de los vinos. (En la imagen, Eloy Sánchez y Santi Payá, profesionalidad, sencillez). 

La primera sugerencia fue Blanco Hacienda del Carche, “pálido, como debe de ser -dijo Eloy- pero de carácter amable”, lo justo para llevar a la boca junto a unos calamarcitos que, aunque llamados a la romana, deberían recibir en Sucre una denominación más de templo, exquisitos y al punto de su moderada concha de rebozado.

Vino a continuación a la mesa el Tavs Joven, así, joven y sin barrica (no confundir con barriga por esa juventud), de intensidad media pero con color interesante, en consonancia con el jamón al corte realizado en el lugar con una asombrosa facilidad profesional por el representante de Jamones Marcial, lo que hizo que aumentase esa intensidad mediana. (Perfecto corte, mejor jamón)

Le tocó después al Tavs Selección, de mayor carácter Mediterráneo y con matices de fruta “negra”, de ciruela o mora, perfecto para una de las estrellas de la noche: la tapa de solomillo con foie y crujiente de cacahuetes. Los del Carche y los nuevos en estas citas con Sucre aun se preguntan cómo es posible tratar de manera tan perfecta en cocina el pequeño solomillito, trato en el que tiene mucho que ver el proveedor, Bonmercat, cuyo producto, no obstante, se ve agrandado en Sucre.

Relamiendo todavía esta tapa, Eloy Sánchez se dispuso a presentar el tinto Hacienda del Carche Cepas Viejas, un vino que expresó muy bien la notoriedad del suelo de la sierra jumillana donde ha nacido. Cremoso como el cabrito lechal que fue servido en chuletitas con ajetes. Contundente matrimonio. Alguien fue infiel, tanto con este plato como con el solomillo, y repitió para envidia de los que se auto controlaban.

El premio final fue el matrimonio de Escarche con La Cobijada. Ambos se dieron el sí quiero con sorpresa de los invitados, por la amable dulzura sin empalagos del primero, elaborado con uvas congeladas y de tono rosado que subió el color de todos al probar este vino con las nuevas delicias de mousse y flan elaboradas por Sucre con productos de la citada Cobijada.

(Alto, elegante, con tipo, dulce… Maridaje ideal) 

Toda una fiesta, a la que se unió durante la noche el crujiente pan de San Brandán, y la sencilla y amena explicación del enólogo. Eloy no dudó en contestar preguntas y estar junto a divertidos comensales que terminaron con un aplauso generalizado cuando el profesional dijo: “el vino se abre, se disfruta y, ya está”, así como que “si estas tres horas que hemos estado aquí han servido para olvidarnos de los quehaceres diarios, bien empleadas están, que es el momento de ponerle Sucre a la vida”.   

Antes de que Sánchez lo dijera, Mari Carmen Payá, directiva de Sucre, ya había pensado “en la vida” y elaboró de forma casera una galleta-piruleta con viña que puso el lazo a otro regalo más de este restaurante, café y centro de cultura. (El flan y la galleta, unión final de sabores)            

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