(Magnífica decoración para la cata en el Salón Sucre)

La nueva cena maridada en Sucre Restaurante, Café y Cultura fue un éxito, con aumento de comensales, variedad de platos, piano fino y vinos de PradoRey nada delgados, robles, contundentes y atrevidos.

Nueva entrega de las iniciativas socio-gastronómicas de Sucre Restaurante con una respuesta fantástica de amigos y clientes de toda la provincia que, en número cercano al centenar, convirtieron de nuevo un jueves en un día señalado en el calendario. 

La cata fue comentada por Mario Román, delegado comercial de las bodegas Rafael Muñoz de Alicante, distribuidora para la zona de los vinos PradoRey, bodegas ubicadas en las Denominaciones de OrigenRibera del Duero y Rueda

Comenzó el acto con un surtido de quesos ya conocido por amigos de Sucre: ricos, cremosos al punto y hasta justos de sabor cuando se probaba el más intenso, un espectacular Dziugas “parmesano”.

Estos vinieron acompañados del refinado pastel de verduras gratinado, uno de los mimados de la cocina de Sucre, que agradó a quien, sin embargo, aun no había tenido ocasión, opción o elección de gustar de él.

Fueron acompañados los dos platos por el PradoRey Verdejo. Muy bueno. Fresco. Afinado, al igual que la música que sonó en directo, con el piano (teclado) del polifacético letrista, músico, cantautor, escritor y excelente poeta, Vicente Llorente. Sin embargo, la nota musical se quedó un poco baja,  posiblemente por lo bien que cogió la mayoría el vino de la D.O. Rueda, quizá por ser el primero, además de por su persistente gusto.

El PradoRey Roble de 2011 atemperó algo la aparente euforia, tal vez por su paladar equilibrado. Pero la música volvió a ser superada, aun a pesar de que el volumen del plato servido era ligero, de lujo: Láminas de Foie con toque de Mermelada. No… Nada dulce, a pesar del cartel, incluso de los toques especiales a fruta del tinto. Una mezcla de sabores de gran armonía, donde ni la cebolla caramelizada ni el propio foie subía el tono por encima del coro acompañante.

No obstante, plato de bocado, solamente. Por lo que triunfal fue la puesta en mesa del Salteado de Pollo; pequeños trozos de ave jugosos, como si estuvieran bañados en un caldo de arroz o similar cuando, en realidad, fueron elaborados al estilo “wok” con una gran orquesta de verduras al dente.

Pero la música, ahora ya sí, pasó a ser tan nítida que el PradoRey Crianza no tuvo oposición, y volvió a subir el punto sabroso y divertido que esa noche parecían buscar los amigos de Sucre.

No fue el final, porque faltaba una Brocheta de Fruta del tiempo de austeridad justa para la conclusión de una cena como ésta, tanto como el pequeño hojaldrito que sirvió de mini-taza para un toque de chocolate. No muchos adivinaron que era para untar elegantemente la fruta, y el cilindro de hojaldre fue a parar al interior de un bocado, justo con el último trozo de naranja.

Nadie pidió “otra”. Todo el mundo marchó con una aterciopelada sonrisa, expresando una vez más su aprobación a sentidos como el visual, olfativo y gustativo. Otra cosa fue el auditivo. Pero la nota, “muy alta, Santi, muy alta” decían amigos de Sucre a su director, Santiago Payá.                   

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