Sucre es ya el centro de pruebas y actividades gastronómicas de la comarca del Vinalopó. Comensales amigos llegados incluso desde la capital de la provincia de Alicante para participar en una nueva cena con degustación de vinos de dos requeridas bodegas de la zona de Valladolid manifestaban a la organización que “lo que aquí estáis haciendo, con esta respuesta, es difícil verlo entre semana en ciudades que no sean de las más grandes”. Sublime la lección de cómo convertir en extraordinaria una noche con productos tan básicos como la sardina, el arroz o la piña. Esta vez se comieron –literalmente- hasta los platos. 

A la legua o a cien de distancia. Sucre, centro de hostelería y cultura de Petrer, continúa marcando la diferencia, “abriendo la puerta a la vida, al encuentro”, dice su director, Santiago Payá Bertomeu, “encantado” de volver a recibir a más de ciento veinte personas en otra experiencia culinaria, con maridaje de vinos de las bodegas Tres Catorce y Emeterio Fernández.

Ante un ambiente tan “sencillo como divertido y exquisito” el profesional en enología, Adolfo González, de las bodegas citadas, explicó cómo nos íbamos a encontrar, a la nariz y a la boca, ese blanco, tan fresco como rotundo, Tr3s Catorce Verdejo y ese brillante tinto, y cambiante al paladar, La Legua.

González aguardó a que todos tuvieran en su mano el afrutado y joven Tr3s Catorce para confirmar la rotundidad de este blanco y subrayar “el acierto en los platos elegidos por Sucre para el maridaje”.

Como dijo el enólogo, este vino dio todo su esplendor cuando se maridó en boca con los aspectos culinarios de una magnífica sardina. De generoso grosor y un ralentizado ahumado -lo que evitó su sequedad- se vio enriquecida por una autóctona salsa de yogur, justa en su expresión, para evitar contrastes excesivos.

(En la imagen, momentos de ambiente joven y distendido, con Mari Carmen Payá -dcha.- directiva responsable de Sucre). 

El segundo cuarto de este primer tiempo no varió la táctica. Aparecieron asidos en brocheta jugosos langostinos e impecables dados de piña.

Solo este plato ya fue suficiente razón para asistir a este nuevo acto de Sucre. Un tamaño justo del langostino, con textura “al punto” y una piña cuyo tono dorado, logrado en la plancha, no solo restó el lado cítrico de ésta, sino que también quitó tradicionalidad a los acompañantes típicos de las brochetas. Hasta el Tr3s Verdejo pasó a revisar su color pajizo en favor de los matices verdosos. 

“Ese cambio de tono –advirtió el enólogo- se va a notar mucho en el paladar con el vino tinto”. Y así fue. No dejará de sorprender el mundo vitivinícola. El Cigales crianza La Legua, como advirtió Adolfo González, cambiaba en su cata si ésta se producía cada cinco minutos de reposo en copa. Quedó perfectamente estructurado gracias a un jamón tan bien cortado como llevado a la boca. Exquisito, con finas lonchas tostadas de pan, casi en consonancia con el ibérico.

Para concluir el encuentro, lo inesperado. Arroz con pata de cerdo. Ración de cata, pero de optimista fondo, en un cuenco de hojaldre elaborado en Sucre, en el que se escondieron modestas porciones de pata, limpia, con decoración de algún que otro garbanzo. Meloso, rico –muy rico- y levemente gelatinoso, ayudado por la absorción del hojaldre, lo que animó a romper el cuenco para ser comido, a pesar de que “da no sé qué hacerlo”, porque era un recipiente cóncavo ancho, perfecto, sin un milímetro de reborde. 

Sucre y el pastelero, Alfredo Martí, decidieron dar unos minutos de prolongación al encuentro, con un “chupito” de trufa blanca y fruta de la pasión, la misma que pusieron de nuevo los artesanos y agradables componentes del grupo de trabajo de Sucre, así como el “mercado de confianza” Bonmercart, de Petrer, y el Tr3s Catorce y La Legua

(Santiago y Adolfo González, profesionalidad y camaradería)

Chelo, una de las amigas, comensales de Sucre en esta noche, quiso contribuir haciendo unas galletas caseras con la forma de las dos botellas de vino, manteniendo sus colores y parte de sus características.

Esto no hay quién lo pare. El encuentro tiene réplica. Y los asistentes, entre felicitaciones a Sucre, ya han empezado a reservar su plaza para el próximo 21 de marzo. Para celebrar la llegada de la primavera con los vinos de Coto de Hayas. 

                                              (Un chupito de galleta casera, y hasta la próxima)             

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